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Las barreras del idioma retrasan el diagnóstico de hígado graso en comunidades hispanas

Revisado Por Zilpah Sheikh, MD and Elmer Huerta, MD, MPH en octubre 05 del 2025
8 minutos de lectura

Tal vez te diagnosticaron hígado graso hace años. Pero puede que no hayas entendido completamente tu enfermedad por tu limitado dominio del inglés. Ahora entiendes que tienes lo que se llama esteatohepatitis asociada a disfunción metabólica (MASH, por sus siglas en inglés), una enfermedad grave del hígado.

Ese es el caso de muchas de las 43 millones de personas en EE. UU. que hablan español. Casi la mitad de los hispanos en EE. UU. tienen hígado graso, la proporción más alta entre todos los grupos raciales o étnicos.

“Algunas personas me han dicho: ‘Me comentaron alguna vez que tengo enfermedad del hígado graso, pero no sé mucho sobre eso’”, afirma María Hernández, directora de alcance estratégico a la comunidad latina de la organización Liver Education Advocates en Pittsburgh, Pensilvania.

Las barreras del idioma pueden causar grandes brechas en la atención médica. Muchos hispanohablantes no entienden bien su diagnóstico ni su plan de tratamiento, especialmente aquellos con MASH.

“Necesitas saber si tus enzimas hepáticas están altas o si tu ecografía muestra grasa en el hígado”, dice el Dr. Juan Pablo Arab,  hepatólogo especialista en trasplantes y director de estudios sobre el alcohol en el Stravitz-Sanyal Institute for Liver Disease and Metabolic Health de la Virginia Commonwealth University.

 

Las investigaciones muestran que muchas personas hispanas de ascendencia mexicana y mexicoamericana tienen una variante en un gen llamado PNPLA3. Ese gen aumenta la probabilidad de que el hígado almacene grasa, se inflame y forme cicatrices, lo que puede aumentar el riesgo de cáncer de hígado.

El Dr.  dice que la dieta, la genética y los hábitos alimentarios influyen. Juntos ayudan a explicar por qué las comunidades hispanas tienen algunas de las tasas más altas de enfermedad del hígado graso.

La obesidad, la diabetes, la presión arterial alta y el colesterol alto también aumentan el riesgo. Los estudios muestran que estos problemas de salud son especialmente comunes en esta comunidad.

Más de 25 millones de personas en EE. UU. tienen dominio limitado del inglés. No pueden hablar, leer, escribir ni comprender bien el inglés. De ese número, el 62 % son hispanos.

Estas son algunas formas en que las barreras del idioma afectan la atención médica:

  • Errores relacionados con el diagnóstico, el tratamiento y los medicamentos
  • Daño físico
  • Mayor riesgo de eventos médicos graves en la atención pediátrica
  • Retrasos de operaciones
  • Tasas más altas de reingresos al hospital
  • Malentendidos sobre la preparación para procedimientos
  • Malentendidos sobre el control de enfermedades

La Dra. Viviana Figueroa Díaz,  hepatóloga especialista en trasplantes de New York University Langone, dice que las barreras del idioma aumentan la falta de confianza en las comunidades hispanas. “Puede que no quieran participar en estudios o ensayos clínicos porque sienten que el sistema experimenta con ellos”.

Muchos hispanohablantes en EE. UU. tienen dificultades para obtener la atención que necesitan porque no hay suficientes médicos bilingües. Aunque 1 de cada 5 personas en  EE. UU. habla español, solo alrededor del 6 % de los médicos son hispanos, y solo el 2 % de los médicos no hispanos hablan español.

También hay escasez de intérpretes médicos presenciales, materiales bilingües para pacientes y aplicaciones de salud en español. Los estudios muestran que algunos hispanohablantes no saben leer y otros tienen habilidades de lectura limitadas.

Para afrontar este problema, algunos sistemas de salud han creado centros médicos para hispanos, incluidos programas centrados en el cuidado del hígado. En todo el país existen iniciativas que buscan mejorar la salud del hígado entre los hispanos. Estas incluyen el  Programa de Salud y Trasplante de Hígado de NYU Langone Health, el Programa de Trasplantes para Hispanos de la University ofChicago Medicine y la Hispanic Transplant Evaluation Clinic en el Beth Israel Deaconess Medical Center en Boston.

Liseth Ordoñes, de 32 años, es madre. Es originaria de Ecuador y ahora vive cerca de Pittsburgh, Pensilvania, y solo habla español. Durante una visita después del parto, su médico, mediante un intérprete, le dijo que tenía enfermedad del hígado graso. Después de varias pruebas de sangre y una ecografía, recibió un mensaje telefónico. En el mensaje le confirmaron el diagnóstico y le dijeron que evitara consumir alcohol. No hubo otras explicaciones ni le dijeron cuáles eran los siguientes pasos.

Ordoñes no bebe alcohol. “Pensé que iban a programarme una cita para explicar qué es el hígado graso, pero no lo hicieron”, dice. Con un bebé de 8 meses en casa y sin transporte, Ordoñes intenta averiguar qué debe hacer ahora.

“Pienso cambiarme a otra clínica para ver si me pueden asignar un doctor que hable español”, dice. “Aunque haya un intérprete, no es lo mismo que tener un médico que realmente hable español y con quien pueda hablar más a fondo”.

El tipo de intérprete que tengas puede marcar una gran diferencia en la atención que recibes.

Teresa Rodríguez, de 71 años, comprobó esto personalmente durante la pandemia de COVID-19. Ella cuida a su hermana, Leonor, que tiene discapacidades mentales y físicas. Durante una cita virtual con un gastroenterólogo que no hablaba español, el intérprete entendió mal y tradujo de forma incorrecta muchos detalles clave. Por esos errores, su hermana no recibió el tratamiento ni el seguimiento adecuados para su diagnóstico de enfermedad hepática esteatósica asociada a disfunción metabólica (MASLD, por sus siglas en inglés).

Recientemente, Teresa encontró un gastroenterólogo que habla español. Él confirmó que su hermana ahora tiene MASH. “Sigue muchos tratamientos, especialmente para su discapacidad mental, pero su enfermedad del hígado graso no recibió la atención que necesitaba cuando importaba”, dice Rodríguez. 

 “No hablar el idioma lo cambia todo”, afirma Rodríguez. “No hablo inglés. Soy mayor. Tengo dificultad con la tecnología y no tengo familiares que hablen inglés que puedan acompañarnos a las citas médicas”.

Los adultos hispanos mayores en EE. UU. están entre los grupos más afectados por las barreras del idioma. Más de la mitad de los latinos mayores de 65 no hablan bien el inglés. Los mexicoamericanos tienen el nivel más bajo de dominio del inglés entre los principales subgrupos latinos, lo que los hace aún más vulnerables a las barreras del idioma en la atención médica.

Algunos médicos, clínicas y hospitales toman medidas para superar las barreras del idioma. Establecen programas de servicios de interpretación o capacitan a miembros de su personal bilingüe para que se certifiquen como intérpretes médicos. Otros trabajan con agencias externas de intérpretes. Para algunos es una prioridad contratar personal que hable el idioma de sus pacientes.

Las nuevas herramientas de traducción también ayudan a los hispanohablantes cuando no hay un médico bilingüe o un intérprete disponible:

Herramientas de traducción con inteligencia artificialcomo Google Translate y DeepL ofrecen traducciones rápidas para conversaciones básicas.

Aplicaciones móviles como MediBabble o Canopy Speak ofrecen frases médicas y traducción de voz para su uso en clínicas y consultorios.

Los diccionarios en línea pueden ayudar a definirtérminos médicos clave en español durante las citas.

Estas herramientas pueden ayudar en la comunicación, pero no reemplazan eficazmente a intérpretes profesionales ni a médicos bilingües.

Entender cómo funciona el sistema de salud puede ser difícil incluso para quienes hablan inglés. Cuando a esto se le agregan las diferencias lingüísticas y culturales, se vuelve más complicado. Si eres hispano, aprender a hablar y a abogar por  tus derechos es clave para obtener mejor atención médica.

“Ya sabes que tienes antecedentes médicos, que tienes factores de riesgo porque eres latino. Pide a tu médico que te revise las enzimas del hígado. Lleva tus preguntas por escrito para que ya sepas qué vas a preguntar”, dice Hernández.

Estas son otras formas de abogar por tus derechos:

  • Pide al consultorio que te proporcione un intérprete médico certificado, ya sea en persona, por teléfono o por video.
  • Solicita materiales escritos, resultados de pruebas de laboratorio e instrucciones de seguimiento en español.
  • Lleva a un amigo o familiar bilingüe de confianza como apoyo (no como intérprete principal).
  • Prepara tus preguntas con anticipación y tradúcelas antes de la cita.
  • Si no entiendes algo, dilo. Tienes derecho a recibir información clara en tu idioma.

Los sistemas de salud también pueden hacer más. Pueden ofrecer materiales en español en los portales para pacientes, así como resultados de laboratorio e instrucciones de alta en tu idioma. Pueden capacitar al personal en competencia cultural para que las diferencias lingüísticas y culturales no dificulten la atención médica. Colaborar con organizaciones comunitarias hispanas también puede ayudar a generar confianza y mejorar la comunicación.

A pesar de los desafíos lingüísticos, el futuro de la atención médica para los hispanos parece prometedor. Más facultades de medicina ofrecen capacitación en español. La Dra. Figueroa Díaz, que se considera una mujer milénica, dice que cada vez hay más médicos bilingües de su generación y de generaciones más jóvenes. “Eso es importante en la medicina. Es muy difícil brindar atención si no hablas el idioma”.

Con mejor comunicación y más recursos en español, los pacientes con MASLD y MASH están en mejor posición para tomar el control de su salud.

“Me siento optimista de que habrá más acceso a la atención médica y a recursos en español para satisfacer las necesidades de los pacientes con enfermedad del hígado graso en las comunidades hispanas”, dice la Dra. Figueroa Díaz. “Con suerte, el acceso a la educación sobre el hígado graso a través de la atención primaria conducirá a mejores resultados y a un mejor control de la enfermedad para los latinos”.